Había una vez un leopardo llamado Lío, que siempre quería ser el más rápido.  Lo más que le gustaba era competir con otros y ganarles. Pasaba horas y horas corriendo sin parar en la jungla.

Competía con leones y tigres.

Era siempre el más rápido. Hasta que un día, llegó a la jungla un guepardo muy rápido llamado Coni.

Se celebraba la carrera anual. Lío se estuvo preparando día y noche sin descanso. Llegó, el día de la carrera, Lio estaba muy agotado y le dolía todo su cuerpecito, pero decidió correr. Empezó a correr y se sentía muy débil. Cada vez, más débil…aunque siguió corriendo. No quería que el guepardo le ganará, pero Coni le sacaba mucha ventaja. De repente, sintió un dolor muy fuerte en su patita y cayó al suelo. Lloraba y lloraba sin parar; pero lo hacía más por perder la carrera, que por su propio dolor.

El médico le dijo que tenía que estar mucho tiempo en reposo, al menos un año sin correr. Lio estaba muy triste, estaba muy rabioso con Coni, lo culpaba de su herida.

Pasó el tiempo y Coni fue a visitarlo, le dijo que su secreto para ganar era  escuchar siempre su cuerpo en cada momento.

Lio hizo caso a Coni y empezó a escuchar su cuerpo… Cuando le dolía, cuando estaba cansado y cuando tenía mucha energía. Fue un cambio sorprendente, y en 2 meses se recuperó completamente. Entendió que no tenía que competir con nadie y mucho menos con el mismo.

Ahora corría sólo cuando lo sentía y por diversión.